CTA Alva Ramírez Villatoro
Renovar significa volver a un estado de nuevo, o reanudar algo que se había interrumpido. En cierta forma, nos renovamos todos los días por la mañana, el cerebro hace una limpieza y reorganización en sus funciones para retomar la actividad en la mejor forma posible al despertar, sin embargo, no comenzamos desde cero, sino que evolucionamos, aprendemos y envejecemos.
Nuestra personalidad se va moldeando en cada nuevo despertar, surge, se desarrolla y madura en una interacción constante entre el genoma, la epigenética, la influencia sociocultural, la experiencias sensoriales y somáticas, así como al sometimiento involuntario a prácticas de crianza particulares y patrones educativos con diversas cualidades, así como la subsecuente historia de condicionamientos que nos permiten la supervivencia, es decir, el desarrollo de los estados del yo (ego); todo lo cual es analizado en mayor o menor medida por Berne en su obra póstuma ¿Qué dice usted después de decir hola? (1973 / 2002).
Renovar integrando experiencias en nuestra personalidad en un proceso dinámico que no termina al llegar a la adultez, sino que continúa a lo largo de la vida, gracias a la plasticidad del sistema nervioso, la capacidad de aprender, para cambiar decisiones o generar nuevos patrones de acción, pensamiento y emoción, que desde luego, no termina con la llegada a la madurez, si no que nos permite el cambio cuando así lo hemos decidido y contamos con nueva información y aprendizajes.
En Análisis Transaccional (AT) existen diversas formas de trabajo terapéutico y técnicas para renovarnos que se concentran o enfocan en un estado del yo específico, por ejemplo, la Autorreparentalización de James (1985) cuyo objetivo es el estado del yo Padre, o la Terapia de Redecisión de los Goulding, cuyo trabajo se enfoca en el Niño.
Un acercamiento terapéutico se da a través de la “separación y la reintegración” en los estados del yo Padre, Adulto y Niño en la que el Adulto es el ejecutivo para poder vivir saludablemente (Summerton, 1986 citado en Drego, 2004). En congruencia con esto, y retomando la propuesta de Berne sobre el papel que juega este último estado del ego en la personalidad, Tudor (2003) describe al Adulto Integrador como la capacidad del individuo para reflexionar e integrar sus propios estados del yo desarrollados en el pasado (arcaicos) y ponerlos a disposición de las situaciones del presente; lo que permite una actualización y capacidad de adecuación siempre dinámica [Okeness].
El Adulto contiene la experiencia acumulada que determina la persona en la que nos hemos convertido; el aprendizaje, vivencias, habilidades y vinculación. “El perdón y el arrepentimiento verdaderos vienen de la consciencia del Adulto” […] “… representa el sentido del yo soy en el aquí y ahora” (Drego, 2004); capaz de crear soluciones alternativas, integrando a la personalidad en su totalidad y otorgando a sí mismo y a otros el permiso para cambiar.
El concepto de “botonera de mandos del Adulto (A)” (Kertesz, 1985), es humanista y existencial ya que implica la responsabilidad de la persona para elegir pensar, hacer y decir de acuerdo con las circunstancias presentes. Cuando la persona comprende que tiene “Opciones” (Karpman citado en Stewart & Joines, 2007) y desarrolla nuevas respuestas para comunicarse de forma diferente a como lo hizo en el pasado o como le dijeron que debería ser, gana autonomía, lo cual en sí mismo es una de las aspiraciones del tratamiento con AT, ya que “la autonomía no significa estar constantemente en A", sino que implica procesar todos los datos que llegan sobre el mundo a través del mismo, conscientemente, mientras se decide desde qué estado del yo responder” (Stewart & Joines, 2007).
Rachel Cook (2023), propone las siguientes etapas del desarrollo en la adultez, que reflejan la complejidad de las vivencias con relación al desarrollo evolutivo y psicosocial (Bordignon, 2005) que abarcan desde el final de la adolescencia y hasta la muerte:
Adulto emergente
Adulto temprano
Adulto mediano
Adulto maduro
Adulto tardío
Cada etapa tiene necesidades distintas y, por lo tanto, tareas posibles para apoyar a la co-creación de alternativas de bienestar. La autora propone más que contratos, “acuerdos de encuentro”, co-creados en la relación terapéutica participando en un diálogo A – A en el presente para reconocer que cada crisis y cada evento significativo tiene un impacto que vale la pena reorientar y resignificar para vivir de acuerdo a las posibilidades (y limitaciones) de cada quien, integrando nuevas formas de responder a los retos de la vida desde un estado del yo Adulto flexible y dinámico (Integrador).
Estos conceptos y su aplicación en la psicoterapia han sido de gran utilidad para mí en el acompañamiento y procesos de cambio en una relación terapéutica de compromiso mutuo en el que se construye un espacio de intimidad a partir de la co-responsabilidad, la aceptación de lo que no podemos cambiar y consciencia de la finitud de la vida para vivirla lo mejor posible.
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Reconocer que cada crisis y cada evento significativo tiene un impacto que vale la pena reorientar y resignificar para vivir de acuerdo a nuestro potencial, integrando nuevas formas de responder a los retos de la vida nos permite una Renovación Consciente. Alva Ramírez Villatoro
Referencias:
Berne, E. (1973 / 2002). ¿Qué dice ustede después de decir hola? [Trad] Ed. Random House Mondadori, S.L.
Cook, R. (2023). The Development of the Adult Self: An Existential, Relational, and Developmental Approach to Our Human Search for Meaning, Transactional Analysis Journal, 53:3, 237-255, DOI: 10.1080/03621537.2023.2213955
James, M. (1982). ¡Libre! Podemos ser buenos padres de nosotros mismos. Fondo Educativo Interamericano.
Kertész, R. (1985). Análisis Transaccional Integrado. Editorial IPPEM
Drego, P. (2004). Acceptance Speech on Receiving the 2004 Eric Berne Memorial Award.
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