1. Las emociones y los sentimientos son resultado de miles de años de evolución de nuestra
especie. Funcionan como reguladoras de la conducta, facilitan la comunicación y la
convivencia social, de lo que dependemos como individuos para subsistir.
2. Las emociones y sentimientos pueden ser agradables o desagradables pero NO son malas
o buenas.
3. Conocer, sentir, expresar y comunicar nuestras emociones, es inteligencia emocional y
requiere de consciencia e intención.
4. Todas las emociones tienen una función, conocer cuál es, favorece su comprensión y
manejo adecuado. El miedo y el enojo son emociones fuertes que nos ayudan a avanzar con
energía y protección.
5. Las emociones desagradables pueden ser “aliadas” y favorecer experiencias de
aprendizaje y nos permiten avanzar hacia el logro de nuestras metas.
6. Ni el miedo, ni el enojo son enemigos, sólo son emociones que han permitido la
adaptación y supervivencia de la especie, el problema radica en su desconocimiento, falta
de comprensión, condiciones de vida (sociales, laborales, familiares) extremas que
dificultan su manejo asertivo.
7. Cuando el miedo o el enojo no cumplen su función, se convierten en “rebusques” o
“sentimientos sustitutos” o “parásitos” que mantienen a las personas en estados afectivos
desagradables, que no llevan a un resultado productivo o adecuado para la persona y no
favorecen el desarrollo de su potencial, ejemplos: ansiedad crónica, depresión, ira
incontrolada, resentimiento, odio crónico, pánico paralizante, etc.
8. Informarse y practicar nuevas maneras de concebir, expresar y comunicar nuestras
emociones, hace que podamos amistarnos con ellas y utilizarlas de forma asertiva.
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